viernes, 23 de julio de 2010



IIª Ultra Trail Sobrarbe …mi primer ultra.


5-6/06/2010


Escribo por fin unas palabras sobre esta prueba más de un mes después, ya que quería dejar pasar un tiempo –aunque no tanto- para que las emociones se asentaran, si bien es verdad que con el paso del tiempo recordamos más lo bueno que lo malo.
En mi caso lo fue, he estado con la rodilla jodida unas semanas, pero esto sirve para entrenar y tener más cuidado.
Los nervios de los días precedentes a la carrera desaparecieron en cuanto empezamos a tomar el desayuno que nos ofrecía la estupenda organización, después de esto al autobús que nos llevaba a Abizanda y tras los protocolarios discursos e instrucciones y con la animación de los Titiriteros empezamos a dar nuestros primeros pasos. De esta jornada recuerdo lo feliz que estaba sobre todo en los primeros 30 kilómetros: las estupendas vistas, los esperados avituallamientos con los ánimos de la organización, los aplausos de mi familia al paso por el camping de Liguerre donde estábamos alojados. Pero también recuerdo momentos “malos” como: la rodilla izquierda que no me dejaba casi correr en los últimos 10 kilómetros, la colada que me pegué en la bajada de Griebal por la carretera –con el calorazo del asfalto y supongo que con algún kilómetro más-, el próximo año veré lo que me he perdido-, aunque todo esto se pasó con la llegada y lo ánimos de la organización –que al decir tu nombre te daban más alas que el Red bull- y de los corredores que ya habían llegado.







Durante toda la tarde estaba hecho polvo encima tenía que dedicarla a la familia, así que la cabezadita de la tarde se esfumó, y encima la rodilla, fatal, no confiaba ni en poder empezar al día siguiente, pero desde luego lo iba a intentar y después de pasar una tarde un poco turística por los alrededores del camping y tras la cena, por fin me acosté, esta vez un horita antes que el día anterior –a la una- así que entre los dos días dormí nueve horas.
El día empezaba, bueno la noche mejor dicho, ya que era de noche cuando me levante y caía una de aupa. Me dirigí a la carretera donde quede con la gente de Barbastro a los que pedí si me podían recoger de paso a Ainsa –muchas gracias por cierto, que creo que se me olvido dárselas, aunque espero coincidir en otras carreras- , en principio me puse debajo de un árbol para no mojarme pero como el que no quiere la cosa me retiré poco a poco no fuera a ser que alguno de los rayitos que caían tuviese la idea de saludarnos, en pocos minutos y muy puntuales vi unas luces que como no podía ser de otra manera eran ellos. Una breve charla en la que conjeturamos sobre si se suspendería o acortaría la carrera –yo deseando que se acortara debido al estado de mi rodilla-. Finalmente y después del desayuno salimos con las primeras luces del día y sin lluvia, empecé a correr junto al compañero Martín y la verdad me sentía mucho mejor de lo que hubiese pensado, un tiempo magnífico para correr con una lluvia suave y por unos caminos y sendas estupendas, bosques cerrados, caminos junto al rió… llegamos a Lafortunada donde recogimos los bastones para empezar con lo “duro” de la etapa.



Subimos poco a poco sin apenas molestias en la rodilla –en las subidas no me molestaba- a partir de aquí hubo momentos inolvidables como los encuentros con muchos de los participantes, los continuos avituallamientos con sus ánimos, la pequeña granizada, las preciosas vistas de esta zona que hasta ahora nunca había visitado, el ver que los kilómetros pasaban –y yo lo podía ver a pesar de la dichosa rodilla- en los últimos kilómetros la rodilla no me dejaba apenas correr y mucho menos en las bajadas, pero los kilómetros iban pasando y en la parte final me fui animando y cogí un “ritmito” que me llevó al esperado refugio de Biados,
cuando escuche pronunciar mi nombre sentí una alegría inmensa en toda mi alma y tras la ducha, el caldito y los macarrones en también todo mi cuerpo.
En fin… una experiencia para no olvidar y repetir el próximo año, que me anima a seguir en este mundillo de las carreritas por montaña, seguir conociendo a “sufridores” que disfrutan con los magníficos parajes por los que suelen discurrir estas carreras y con su compañía.


Y como dicen en otro deporte que llevo practicando desde hace muchos años… nos vemos en el bosque.

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