Alquezar nos dio la bienvenida por sexto año consecutivo, una vez más partimos de Siétamo para reencontrarnos con esta bonita Villa. Llegamos pronto, el ambiente daba luz y colorido a la plaza desde donde se daría la salida puntualmente con el cohete anunciador.
Casi 1000 corredoras y
corredores disfrutamos por este Parque Natural en sus 3 recorridos, gentes
venidas de toda España y de varios países, el tiempo acompañaba, como en casi
todos los años anteriores pasamos un poquito de calor, pero nada comparado como
en ediciones anteriores, en definitiva, un buen fin de semana para correr.
“El Ultimo Mohicano” dio paso
tras el cohete y los fuegos a los 300 corredores de la Ultra Trail, 102km. y
6000+ nos separaban de volver de nuevo a Alquezar.
Como el año anterior salí con
Martin, un ritmo tranquilo que nos permitía disfrutar de los kilómetros, en los
primeros instantes los frontales nos iban guiando hasta Asque, vimos las pasarelas
con las primeras luces del día, unas pasarelas espectaculares, y de nuevo en
Alquezar, avituallamiento y saludos a compañeros de “batalla”, entre los que
estaba el Gran Campeón Oscar Plasin.
Con el Sol empezando a
calentar, subimos a Basacol y nos plantamos con bastantes ánimos en la Virgen
de la Viña, ya llevamos 25 km., casi un cuarto de carrera y como nuevos, el Sol
todavía no aprieta, y nos queda una bonita bajada a los Oscuros, donde
brevemente me separo de Martin, para bajar rápidamente y soltar un poco las
piernas, ya abajo espero contemplando como Ramón va disparando su cámara a cada
corredor y corredora que pasa, un excelente trabajo que nos brinda
gratuitamente.
Ahora tocaba alcanzar el
Collado de las Almunias, un avituallamiento en el que teníamos que cargar bien,
una de las subidas más odiosas y feas, pero que con una buena conversación se
nos paso más rápida que nunca, incluso pudimos correr algunos tramos. El
descenso a Rodellar lo hicimos rápidos, más que otras veces, llegamos con muy
buenas sensaciones, un cambio de camiseta, un poco pasta, algún hidrato más, y
a por la otra subida que no me agrada nada, Andrebot, aquí no íbamos muy finos,
veíamos como nos iban pando los corredores, en el descenso al Mascan fuimos
cogiendo ritmo, el calor empezaba a apretar y la subida por el barranco y la
Costera nos fue metiendo en carrera.
El desolado Otín se acercaba,
llegamos a su avituallamiento y descansamos unos instantes para “repostar” y
afrontar las Fajas del Mascún por el precioso sendero del Turmo.
Aquí ya iba solo, Martin
departía en su lengua con un irlandés, ya no lo vi en toda la carrera, estaba
en buena compañía…
En esta última parte de la
carrera apreté y prácticamente no paré de correr, el nuevo avituallamiento de
Bagúeste y más tarde el esperado de Las Bellotas, donde me tomé mi primer caldo,
saludo a los asiduos del avituallamiento
y procuro comer un poco de todo, esperando que no arme mucha “juerga” en el
estomago. Paro menos que otras veces, y salgo para intentar una vez más llegar
de día al Collado de Pedro Buil, lo consigo por los pelos acompañado por dos
Valencianos con los que me fui cruzando en varias ocasiones.
La temperatura había sido
ideal para correr, pero empezaba a refrescar y me puse los manguitos, saque el
frontal, algo de picar y…palante. Hasta ahora había habido algún pequeño cambio
y estaba expectante por ver los que quedaban, vaya tela, menuda bajadita para
subir al Mesón, podemos calificarlo de “complicadillo” aunque no paré de
correr, iba como loco, pase de nuevo a los valencianos, y sin parar, y pensando
que nunca llegaría, veía como la luz destellante se acercaba y por fin llegaba
al control de Sevil, no pare mucho, volví a ver a Kine con el que coincidí en
varios avituallamientos y salí rápidamente.
Parecía que se habían acabado
las sorpresas, me sonaba que quedaba algún cambio pero nos dijeron en el
avituallamiento que toda la pista para abajo y sin cambios. Pero después de
llevar un rato por la pista nos sacan por un sendero que en principio estaba
muy chulo, mucho mejor que tanta pista, pero el idílico caminito cambio y en un
tramo parecía un camino abierto a machetazos, pensándolo ahora resulta
divertido, pero en el momento me acorde…
Después de una bajada
“técnica” salimos a la pista que nos llevaría a la Virgen de la Viña, como hasta ahora a toda pastilla,
llegué a Radiquero como una bala, me senté unos instantes, tomé algo de líquido
y pitando para Alquezar, tenia ganas de llegar, solo quedaba el último tramo de
pista, incluso corrí un poco, y ya desde arriba, con las luces de la Villa de
Alquezar tan cerca e iluminando mi destino, me dejé llevar, y sin darme cuenta
ya estaba por las calles de la Villa, cruzando la meta poco después de media
noche.
Otra medalla de finsher, y ya
van siete, disfrutando de estos barrancos, de estos pueblos desiertos y otros
mas poblados que nunca, de estos voluntarios que repiten y de esas corredoras y
corredores que cada vez tienen más ganas de disfrutar de este gran Ultra Guara
Somontano, Guara engancha, Guara enamora…
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