(13/04/2013)
Nos dirigimos a Santa Cilia de Panzano y, tras dejar atrás
el pueblo dejamos la furgo al pie del panel informativo. Nos pertrechamos con
una manga larga y los frontales, y comenzamos la subida a paso charlada, los
cuerpos no estaban para muchos trotes y nos lo tomamos con calma, disfrutando
de las bonitas vistas sobre toda la Hoya
y buena parte del Somontano y, en la lejanía, Zaragoza.
Aprovechamos la subida para arreglar el mundo, y de paso
planificar las carreras a las que pensábamos ir.
Por la noche, esta ruta podemos decir que es bonita, ver
todas esas lucecitas de los infinitos pueblos, pueblitos y granjas, de las que
apenas puedes poner nombre.
Subir, subir, y subir, pasando junto al barranco Agón,
seguimos subiendo frente al Tozal de Cubillas, llegamos a las balsas de
Fondarrés , a estas horas ni las ranas croaban.
Cuando llegamos al Collado de Vallemona ya habíamos
alcanzado los 1.800 metros ,
aquí tomamos picamos algo y algunos se abrigaron un poco, en minutos y con un
poco de intuición nos plantamos junto al Pozo de nieve del Duque.
aquí estoy yo... |
La subida seguía, y el camino por momentos se pierde, tras
pasar junto a los 1.962 metros
que tiene la cima que precede a Guara, el aire se notaba más frío, pero se
aguanta más o menos, aumentando el ritmo para entrar en calor, ya que si te
paras te quedabas pajarito.
En este último tramo
nuestra atención debía ser máxima, estábamos muy cerca de la cima y en el
camino cruza neveros que aun resisten, y que tienen su peligro, un patinazo y
no sabes donde puedes acabar. Un último nevero, con más peligro de lo que parece,
y ya estamos en la cima.
Nos abrigamos, aquí sí que pegaba bien el viento, tomamos un
tentempié, dejamos la firma en el libro a las 23.45, sacamos unas fotos,
apagamos los frontales un ratito para ver las estrellas…y para bajo a toda
pastilla.
En algún tramo estuvimos a punto de tener algún despiste, y
en Vallemona tuve que ponerme unos guantes más que me dejo Michel, empezaba a
no sentir los dedos, y no tenía ganas de que me pasará lo de Nocito de hace un
mes, en el que estuve casi una hora sin sentir el dedo meñique. Según íbamos
bajando, entraba en calor, y el aire se tornaba más caliente, la ropa sobraba,
y los guantes también.
vaya noche |
El ritmo iba aumentando según nos acercábamos a la furgo, y
después de una buena trotada llegamos al lugar de partida, en menos de 4 horas.
Ahora solo quedaba cambiarse de ropa y regresar a Siétamo para despedirnos de
nuestros acompañantes, Roberto y Michel hasta
otra ocasión.
se acabó |
no os encontrasteis a nadie a esas horas ??? chalaos (dicho con cariño)
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