El pasado día 9 apareció en el diario futbolero Marca (no sé si por error o por no tener con que rellenar) una noticia de Kilian Journet en la que nos contaba con diez días de retraso el récord del mundo de ascenso y descenso del Kilimanjaro en 7 horas y 14 minutos, batiendo en más de una hora el anterior récord de 8 horas y 27 minutos en poder del tanzano Simón Mtuy y que colaborado con él en esta gesta.
El problema no es que no aparezcan estas noticias en los medios de difusión nacional o si lo hacen que lo hagan tarde y poco, sino las críticas que por parte de algunos se hacen en la serie de mensajes que sobre la noticia se pueden hacer. Si bien es cierto que la mayoría son felicitaciones y apoyos, algunos se dedican a criticar y querer empañar los logros conseguidos por este chico, acusándolo de que va dopado y de que sin una “ayuda externa” no se pueden realizar todos estos records que esta realizando.
Primeramente debemos saber las circunstancias que le han llevado a este chico de 23 años a ser lo que es, y que aparte un potencial genético (que seguro que tiene para este tipo de deportes) se da la circunstancia que se ha criado en un entorno ideal para ello, según nos cuenta Kilian en su Web:
“El hecho que haga estos deportes de montaña no es casualidad puesto que de niño, vivíamos con mis padres y mi hermana en el refugio de montaña de Cap del Rec, situado en la estación de esquí de fondo de Lles de Cerdanya, en el Pirineo Catalán. Fue allí donde empezamos a hacer deportes de montaña y de nieve. Antes de dar los primeros pasos a pie, ya llevábamos nuestros primeros kilómetros en esquís. El deporte era para nosotros, mi hermana y yo, un juego, era la única forma que teníamos para divertirnos allí arriba, ya que cuando veníamos del colegio, en verano íbamos a jugar corriendo por el monte y los bosques que envolvían el refugio y en invierno hacíamos lo mismo montados sobre los esquís. A parte, nuestros padres eran y aún son unos entusiastas de la montaña, y cuando teníamos algunos días de vacaciones, siempre íbamos a hacer alguna travesía o ascender algún pico. Así fue que a los 5 años ya llevábamos unos cuantos 3000, como el Aneto, el Posets… a los 10 la travesía del Pirineo integral y algunos 4000…
En invierno, a parte del esquí “lúdico” que realizábamos cada día, con el colegio y el club, hacíamos un día por semana clases y realizábamos competiciones de esquí nórdico, no solo en los Pirineos sino también en Alpes, competiciones clásicas como la “Foulée Blanche”.
Así fue como sin darnos cuenta nos inculcaron ya desde muy pequeños el amor por la montaña y a disfrutar haciendo deporte.
Pero el verdadero gusto por el sufrimiento y el deporte de competición lo cogí entrenando y compitiendo en bicicleta de carretera con Joan Coma, que me enseñó que lo importante es hacer lo que te guste, y si lo que te gusta es subir, sufrir y luchar, tienes muchos puntos para ganar. Fue un periodo muy corto, de apenas dos años, pero que me enganchó al placer de entrenar día tras día.
Fue a los 13 años, cuando iba al instituto, fue cuando por casualidad nos enteramos que había un Centro de Tecnificación de esquí de montaña (CTEMC). Me presenté a las pruebas de selección y fue entonces que conocí el esquí de montaña de competición, y empecé a entrenar de forma seria y planificada con la gran ayuda de sus técnicos; Maite Hernandez, que me enseñó a entrenar y a luchar, y Jordi Canals que me inculcó un gran amor por este deporte y la pasión por la competición.
A partir de aquí, ya fue una progresión, entrenando día a día, llegaron los primeros campeonatos de España, de Europa, las primeras victorias, algunas decepciones, otras remontadas…
También fue gracias a la gente del mundo del esquí de travesía que descubrí las carreras de montaña, ya que son los mismos que las hacían en verano para mantener la forma y quitar el gusanillo de la competición que me animaron, y poco a poco también me fui enganchando hasta ahora, donde combino las dos temporadas.
La temporada 2005/2006, al finalizar el instituto decidí dedicarme plenamente a la competición, con lo que fui a estudiar STAPS, el equivalente de INEF en la universidad francesa de Font Romeu (UNIV PERP) en la Cerdaña francesa, donde puedo combinar perfectamente las clases con los entrenamientos, y donde además disponemos de un contrato especial como deportistas de alto nivel. El hecho que vivamos a casi 2000 metros de altitud con la nieve en la puerta de casa y con varias estaciones de esquí alpino y de fondo alrededor hace que sea un lugar ideal para combinar la vida deportiva con la formación.”
Como nos cuenta, el entorno en que se ha criado es el ideal, ya que una persona con un potencial genético (que todos tenemos pero que se debe potenciar) para el ciclismo y que ha nacido en Groenlandia probablemente nunca podrá participar en el Tour. Pero en este caso confluye con lo más importante y es “hacer lo que te guste” sin esto no hay nada, ya puede decirte tu entrenador que no tienes futuro en carreras de fondo y que estás más dotado para lanzar disco o martillo, que como te guste correr seguro que no te cuelgas ninguna medalla lanzando disco. Porqué a nosotros nos gusta correr (y muuuucho) y a muchos nuestros genes nos estarán diciendo –paaaara, paaaaara, siéntate en el sofá y coge el mando- pero nosotros nada, nos ponemos las zapatillas trialeras y a gastar otro par.
¡Ah! otra cosa importante, es tener tiempo para entrenar, sin tener que sortear estudios, trabajo, novia, mujer, hijos y otras visicitudes que la mayoría de los mortales tenemos. Al parecer Kilian como nos cuenta puede “vivir” de su afición.
Así que a todos esos que dudan que se animen, valga la redundancia, a animar a los portentos que tenemos en el deporte.
Enlace diario marca:
http://www.marca.com/2010/10/09/mas_deportes/otros_deportes/1286631976.html?a=PR16f3e2cd673e28c4d2ab4e706fb394aff&t=1286743830
Web Kilian:
http://www.kilianjornet.com
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